Charlie Chaplin

Charlie Chaplin

domingo, 16 de marzo de 2014

Las despedidas son amargas cuando no sabes que lo son.

Cada mañana cuando salía por la puerta ella se quedaba apoyada en el marco de la puerta observando como desaparecía escaleras abajo, es algo que él no sabía y que a ella le encantaba hacer.
Ver como se iba tan tranquilo y despreocupado le hacía sonreír como una quinceañera y empezar el día con buen humor.
Pero esa mañana lo supo, él se acercó, le dio un suave beso y atravesó la puerta, cuando llegó a las escaleras miró hacia atrás y ella entendió que no volvería a verle bajar las escaleras.

Las despedidas es algo impredecible, fortuito, lejos de nuestro alcance, unas veces tan necesario y otras tan poco apetecible e impredecible.
Nunca imaginó un final así, pero a decir verdad nunca vio venir ninguno de los finales que ha tenido.
Pero ella sabía que había llegado la hora de decir adiós a lo que nos sobra, a esas personas que ahogan tu garganta, que te quitan horas de sueño al otro lado del teléfono con el único fin de discutir.
A todas esas personas que son nuestra debilidad, un punto débil en una mala época, cuando cualquier hombro servía.
Alargar algo que no va a ninguna parte no tiene ningún sentido.

Así que se limitó a cerrar la puerta lentamente.