Este ensayo trata de la gente joven, es decir, de mí y de la mayoría de gente que me rodea y conozco. Si me paro a pensar sobre la gente joven me vienen a la mente multitud de virtudes, pero también muchos defectos.
Considero la etapa en la que nos encontramos una época de cambios en la que estamos un poco perdidos. Vivimos entre la etapa de la infancia y la edad adulta. La infancia la acabamos de dejar atrás y ha supuesto, para la mayoría de nosotros, una etapa llena de inocencia, libre de responsabilidades y preocupaciones, mientras que la nueva etapa que nos espera por delante está llena de responsabilidades y de importantes decisiones por tomar.
Intentamos tener ideas propias pero tenemos un miedo atroz al fracaso o a equivocarnos, lo que nos impide tener el valor suficiente para decir en alto nuestras propias ideas, aunque no las digamos en alto, las tenemos, o eso quiero pensar. También, este miedo irracional nos frena muchas veces y nos quita iniciativa, pero por mucho que nos digan que "no pasa nada por equivocarse" no te das cuenta hasta que experimentas por ti mismo que tras un error, lo mejor que se puede hacer es aprender de ello y volver a intentarlo.
De este miedo al fracaso deriva la falta de compromiso a la hora de realizar tareas. Le pregunté a una amiga si creía que esto era verdad y su respuesta fue: "Claro que sí, yo no hago muchas cosas porque siempre lo ha hecho mi madre y sé que no lo voy a saber hacer, aunque todavía no lo he intentado". Desde mi punto de vista no tenemos la suficiente confianza en nosotros mismos como para creer que podemos hacer bien las cosas.
En el entorno juvenil existe una gran falta de compromiso respecto a los demás, nos cuesta creer que algo es para toda la vida. No podemos buscar un culpable, somos todos nosotros los que provocamos esta situación. Tenemos que tomar muchas decisiones y egoístamente no queremos que nuestras decisiones dependan de otra persona, estamos demasiado preocupados en nuestro futuro, al menos en mi caso, y por eso nos da tanto miedo llegar a querer. También, por otro lado, está el temor al sufrimiento, llegar a querer y no ser correspondidos.
Muchas veces esa falta de compromiso genera una sensación de vacío y una necesidad de buscar como denomina Jaime Nubiola en el libro "ternura sin compromiso que conducirá a una terrible soledad". Vivir con la actitud de que algo no es para toda la vida nos hace buscar y disfrutar de cosas sin compromiso, creando así una falsa protección contra el sufrimiento que nos produce que algo se acabe o salga mal.
Esta sensación de soledad es la consecuencia que hace que busquemos diversión, saliendo de fiesta, viendo series, leyendo libros que solo dejan nuestra mente en blanco para evadirnos y dejar de pensar en todas las cosas que nos preocupan.
Otro punto tratado en el libro con el que me he sentido identificada y al leerlo me ha hecho reír, se trata de: "El estudiante y la gestión del tiempo". Cada año al comenzar las clases en la universidad nuestro objetivo es aprovechar el tiempo y ponernos las pilas desde el principio y sin embargo, todo son excusas para salir y divertirnos. Paradójicamente alargamos estas excusas hasta que nos vemos con el agua al cuello. Cuando ya muchas de las asignaturas no tienen remedio y nos empezamos a hundir con todo el equipo. Esto ha pasado en primer y segundo año, espero que dos años hayan sido suficiente escarmiento.

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